Entre los santos que han tenido mucha devoción a las almas benditas está la
Beata Sor Ana de los Ángeles y Monteagudo, religiosa dominica peruana del
siglo XVI. Cuenta Sor Juana de Santo Domingo que un día tenía hambre y no había
nada que comer en el convento. La santa le dijo que le trajera el breviario para
rezar juntas a las almas del purgatorio para que les enviaran alimentos. Pues
bien, antes de terminar de rezar el Oficio de difuntos, mandaron llamar a la
portería a Sor Ana y ésta le dijo a Sor Juana: “No te he dicho que las almas
mandarían de comer? Vete tú misma a la portería y recibe lo que traen “. Allí se
presentó un joven de buen aspecto que les traía panes, quesos, harina y
mantequilla.
Santa Teresa de Jesús (1515-1582), hablando de la fundación del convento
de Valladolid dice así: “Tratando conmigo un caballero principal, me dijo que si
quería hacer un monasterio en Valladolid, que él daría una casa que tenía con
una huerta muy buena. A los dos meses, poco más o menos, le dio un mal tan
acelerado que le quitó el habla y no se pudo bien confesar aunque tuvo muchas
señales de pedir perdón al Señor Muy en breve murió y díjome el Señor que había
estado su salvación en harta aventura y que había tenido misericordia de él por
aquel servicio que había hecho a su Madre en aquella casa que había dado para
hacer un monasterio de su Orden y que no saldría del purgatorio hasta la primera
misa que allí se dijese, que entonces saldría... Estando un día en oración (en
Medina del Campo), me dijo el Señor que me diese prisa, que padecía mucho
aquella alma... No se pudo hacer tan presto, pero nos dieron la licencia para
decir la misa, adonde teníamos para Iglesia y así nos la dijeron... Viniendo el
sacerdote adonde habíamos de comulgar, llegando a recibirle, junto al sacerdote
se me presentó el caballero que he dicho, con el rostro resplandeciente y
alegre. Me agradeció lo que había hecho por él para que saliese del purgatorio y
fuese su alma al cielo... Gran cosa es lo que agrada a nuestro Señor cualquier
servicio que se haga a su Madre y grande es su misericordia” (Fundaciones 10).
Veamos otras de sus experiencias: “Había muerto un provincial... Estando
pidiendo por él al Señor lo mejor que podía, me pareció salía del profundo de la
tierra a mi lado derecho y vile subir al cielo con grandísima alegría. Él era ya
bien viejo, mas vile de edad de treinta años y aún menos me pareció, y con
resplandor en el rostro” (Vida 38,26). Otra vez “habíase muerto una monja en
casa, hacía poco más de día y medio. Estando diciendo una lección de difuntos,
la vi que se iba al cielo. Otra monja también se murió en mi misma casa. Ella,
de hasta dieciocho o veinte años siempre había sido enferma y muy sierva de
Dios. Estando en las Horas, antes que la enterrasen, harían cuatro horas que era
muerta, entendí salir del mismo lugar e irse al cielo” (Vida 38,29). En otra
ocasión, “habíase muerto un hermano de la Compañía de Jesús y estando
encomendándole a Dios y oyendo misa de otro Padre de la Compañía por él, dióme
un gran recogimiento y vile subir al cielo con mucha gloria y al Señor con él”
(Vida 38,30).
“Un fraile de nuestra Orden (Fray Diego Matías), harto
buen fraile, estaba muy mal y estando yo en misa me dio un recogimiento y vi
cómo era muerto y subir al cielo sin entrar en el purgatorio. Yo me espanté de
que no había entrado en el purgatorio... De todos los que he visto, ninguno ha
dejado de entrar en el purgatorio, si no es este Padre, el santo Fray Pedro de
Alcántara y otro Padre dominico que queda dicho. De algunos ha sido el Señor
servido que vea los grados que tienen de gloria. Es grande la diferencia que hay
de unos a otros” (Vida 38,3 1-32)
Sor Ana de los Angeles y Santa Teresa de Avila son dos grandes hijas Ilustres de la Iglesia a quienes les debemos mucho, pero junto a ellas queremos incentivar a otros a tener devocion por las almas Benditas del Purgatorio. Mucho Bien se puede obtener si ofrecemos a Dios nuestras oraciones y sacrificios por las Almas Benditas.
Fuente: Más allá de la Muerte
Autor: P. Angel Peña
O.A.R.
Capítulo
4: Los santos y el purgatorio
http://es.catholic.net/biblioteca/libro.phtml?consecutivo=478&capitulo=5929
¡Ven, Vive con nosotros y con ella esta fiesta!