miércoles, 6 de enero de 2010

6 de Enero--Bajada de Reyes

Evangelio: Mt 2,1-12 (que se tomó para el domingo pasado 03 de Enero-Epifanía del Señor)
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”. Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel”. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”. Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.



Meditación:
Al leer el evangelio descubrimos distintas actitudes. Primero la de los Magos de Oriente. Al seguir la estrella, iniciaron una peregrinación que cambió toda su vida. Cuando encontraron al Niño se sorprendieron de hallarse ante un Rey distinto de lo que esperaban, pero su corazón no vaciló y lo adoraron. Comenzaron a comprender que el poder de Dios se manifiesta en el amor. Para imitar a los Magos hemos de atrevernos a salir de la tierra de nuestra rutina y buscar constantemente a Dios en nuestra vida. Atrevámonos a formar parte de la cadena de hombres y mujeres que se han dejado a sí mismos para seguir a Jesús. Unámonos a aquellos que se han decidido a ser santos en lo cotidiano de la vida. Una segunda actitud que descubrimos en el evangelio es la de Herodes. Éste se alarma porque considera a Jesús como un rival. Cuánto nos equivocamos si pensamos que Dios viene a quitarnos algo. Él no quita nada y nos lo da todo. Que el nacimiento de Jesús nos haga empezar una nueva vida llena de generosidad.