viernes, 10 de julio de 2009

Evangelio del XV Domingo del Tiempo Ordinario


Evangelio: Mc 6,7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica. Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos”. Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Meditación:Jesús envía a los doce “de dos en dos”. Lo hace así para que se ayuden mutuamente y den a todos el testimonio de la caridad fraterna. Además, les advierte que no lleven nada para el camino, de esta forma, indica que lo más importante para la misión emana del interior. No son los medios materiales los que dan frutos de salvación, sino la caridad. Cristo en la cruz es la muestra más sorprendente del amor de Dios por cada hombre y mujer. Ahí en la cruz está la orientación de cuánto debemos entregarnos por la salvación de cada persona, ahí tenemos la guía para saber cuánto debemos amar. El amor fraterno que Dios nos pide brota de su amor misericordioso. Por eso el auténtico celo misionero, va unido a la caridad. El alma de la misión es el amor. La caridad es el único criterio que debe guiarnos en todo nuestro trabajo por Cristo y por los demás.¡Quien ama de verdad a Cristo no busca su propio interés sino la gloria del Padre y el mayor bien del prójimo!


Reflexión apostólica:El corazón de la Iglesia y el corazón del Cristiano está en la caridad. Por eso, hemos de prestarnos a ayudar y colaborar con los demás en todo lo que nos sea posible. Que Cristo, la Iglesia y los demás encuentren siempre en nosotros un sí generoso y disponible.


Propósito:Aprender a prestar siempre atención a los demás, a descubrir lo bueno, a disculpar lo malo, a perdonar y a olvidar las ofensas.