viernes, 22 de agosto de 2008

Festejos en honor a Santa Rosa de Lima- Monasterio Santa Rosa Arequipa


Solemnidad de Nuestra Madre Santa Rosa de Lima
Monasterio Santa Rosa (esquina San Pedro con Pasaje Santa Rosa. Cercado)

Novena del 21 al 29 de Agosto

7:00 am Misa y Rezo de la Novena

Triduo los dias 27, 28 y 29 de Agosto

6:30 pm Rezo del Santo Rosario
7:00 pm Misa y rezo del Triduo

28 de Agosto
7:00 am Misa y exposición del SantísimoEl templo permanecerá abierto todo el día para la adoración Eucarística

6:30 pm Rezo de Visperas y bendicion con el Santísimo

7:00 pm Santa Misa y rezo del Triduo


29 de agosto
7:00 pm Solemne Misa de Vísperas en honor a Santa Rosa de Lima


Dia 30 de Agosto Solemnidad de Nuestra Madre Santa Rosa de Lima

7:00 am Misa Comunitaria

9:00 am Misa de Fiesta
a continuacion se realizará la procesión con la imagen de Nuestra Madre Santa Rosa

Calles: San Pedro, Melgar, Jerusalen Santa Marta, Santa Rosa, Ingreso al templo del Monasterio

Evangelio del XXI Domingo del Tiempo ordinario


Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-20

En aquel tiempo, Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”. Luego les preguntó: “¡dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Meditación

El pasaje evangélico nos da algunas pautas para meditar y reflexionar sobre el amor a la Iglesia. Hemos de creer y amar a la Iglesia porque tenemos la certeza de que ha sido fundada por Cristo y porque Cristo la instituyó derramando por ella toda su sangre. La Iglesia vale la cruz de Cristo. La Iglesia es el instrumento por el cual los frutos de la redención llegan a todos los hombres mediante los sacramentos. La Iglesia es el medio por el cual Dios continúa su historia de amor con cada uno de nosotros. Qué seguridad nos da el saber que nuestra fe católica se fundamenta sobre la roca firme de la palabra de Cristo, que la Iglesia no es principalmente obra de los hombres sino de Dios. El Señor es quien guía la barca de Pedro. Quien permanece en la Iglesia no se equivocará, como no se han equivocado los santos que supieron fiarse plenamente de Dios.Como católicos, no podemos decir: “Cristo sí, Iglesia no". Quien acepta la fe en Cristo, acepta también la fe en la Iglesia. Además, nuestra fe ha de ir unida a la práctica. Hemos de amar con nuestras obras. Si realmente queremos a nuestra familia que es la Iglesia, viviremos aquello que nos pide o nos enseña. Una manera de amar y de entregarnos por la Iglesia, a ejemplo de Cristo, es la adhesión al Papa, por ser él el vicario de Jesucristo en la tierra. Esta actitud no se basa en la simpatía ni en las cualidades humanas, tampoco en la opinión que los medios de comunicación nos presenten, sino en la fe y en el amor a Nuestro Señor.La primera expresión de amor al Papa es rezar por él. ¡El Papa necesita de la oración de cada uno de nosotros! El amor al Papa implica también mantenerse al día de sus actividades y discursos, dando a todas sus enseñanzas nuestra adhesión y asentimiento.Señor, ayúdame a valor tu gran amor a la Iglesia para que pueda entregarme como Tú a su servicio. Hazme amar a tu vicario el Papa y ser capaz de seguir sus enseñanzas con la misma fidelidad con la que te quiero seguir a ti.
Reflexión apostólica

La misma actitud de fe que manifestamos al Papa, la hemos de tener con los Obispos, y con nuestros sacerdotes y párrocos. Qué diferente sería si los cristianos viviéramos muy cerca de los obispos y de los sacerdotes; si les brindáramos nuestro apoyo, oraciones, ayuda de palabra y de obra.El cristiano ha de caracterizarse por el sentido eclesial, por el amor real y ardiente a la Iglesia. La más auténtica manifestación de este amor es comprometernos para "hacer siempre el bien, sin mirar a quién".
Propósito

Comprometerme hoy a trabajar más intensamente por Cristo y por su Iglesia en algún apostolado concreto.

lunes, 18 de agosto de 2008

Datos Históricos acerca de la Asuncion de María


Presentamos dos documentos históricos reseñados por el Padre Cardoso en su publicación “La Asunción de María Santísima”. El primero es la carta de Dionisio el Egipcio o el Místico (no Dionisio el Areopagita, discípulo de San Pablo) a Tito, Obispo de Creta, que data de fines del Siglo III a mediados del Siglo IV, y publicada por primera vez en alemán por el Dr. Weter de la Facultad de Tubinga en 1887. Dice el Padre Cardoso que el Dr. Nirschl, que la ha estudiado, fija como fecha el año 363, declarándola absolutamente auténtica. Esta misma carta ha sido mencionada en el Capítulo 5 de nuestro estudio (¿Existe un sepulcro de la Santísima Virgen María?) al tratar de definir el sitio de la sepultura de María. Este documento histórico es importantísimo para conocer cuál era la tradición en Jerusalén acerca de la Asunción de María, pues es lo más próximo que se conoce a la tradición de los mismos testigos presenciales del hecho, es decir, los Apóstoles. Dice así: “Debes saber, ¡oh noble Tito!, según tus sentimientos fraternales, que al tiempo en que María debía pasar de este mundo al otro, es a saber a la Jerusalén Celestial, para no volver jamás, conforme a los deseos y vivas aspiraciones del hombre interior, y entrar en las tiendas de la Jerusalén superior, entonces, según el aviso recibido de las alturas de la gran luz, en conformidad con la santa voluntad del orden divino, las turbas de los santos Apóstoles se juntaron en un abrir y cerrar de ojos, de todos los puntos en que tenían la misión de predicar el Evangelio. Súbitamente se encontraron reunidos alrededor del cuerpo todo glorioso y virginal. Allí figuraron como doce rayos luminosos del Colegio Apostólico. Y mientras los fieles permanecían alrededor, Ella se despidió de todos, la augusta (Virgen) que, arrastrada por el ardor de sus deseos, elevó a la vez que sus plegarias, sus manos todas santas y puras hacia Dios, dirigiendo sus miradas, acompañadas de vehementes suspiros y aspiraciones a la luz, hacia Aquél que nació de su seno, Nuestro Señor, su Hijo. Ella entregó su alma toda santa, semejante a las esencias de buen olor y la encomendó en las manos del Señor. Así es como, adornada de gracias, fue elevada a la región de los Angeles, y enviada a la vida inmutable del mundo sobrenatural. “Al punto, en medio de gemidos mezclados de llantos y lágrimas, en medio de la alegría inefable y llena de esperanza que se apoderó de los Apóstoles y de todos los fieles presentes, se dispuso piadosamente, tal y como convenía hacerlo con la difunta, el cuerpo que en vida fue elevado sobre toda ley de la naturaleza, el cuerpo que recibió a Dios, el cuerpo espiritualizado, y se le adornó con flores en medio de cantos instructivos y de discursos brillantes y piadosos, como las circunstancias lo exigían. Los Apóstoles inflamados enteramente en amor de Dios, y en cierto modo, arrebatados en éxtasis, lo cargaron cuidadosamente sobre sus brazos, como a la Madre de la Luz, según la orden de las alturas del Salvador de todos. Lo depositaron en el lugar destinado para la sepultura, en el lugar llamado Getsemaní. “Durante tres días seguidos, ellos oyeron sobre aquel lugar los aires armoniosos de la salmodia, ejecutada por voces angélicas, que extasiaban a los que las escuchaban; después nada más. “Eso supuesto para confirmación de lo que había sucedido, ocurrió que faltaba uno de los santos Apóstoles al tiempo de su reunión. Este llegó más tarde y obligó a los Apóstoles que le enseñasen de una manera palpable y al descubierto el precioso tesoro, es decir, el mismo cuerpo que encerró al Señor. Ellos se vieron, por consiguiente, obligados a satisfacer el ardiente deseo de su hermano. Pero cuando abrieron el sepulcro que había contenido el cuerpo sagrado, lo encontraron vacío y sin los restos mortales. Aunque tristes y desconsolados, pudieron comprender que, después de terminados los cantos celestiales, había sido arrebatado el santo cuerpo por las potestades etéreas, después de estar preparado sobrenaturalmente para la mansión celestial de la luz y de la gloria oculto a este mundo visible y carnal, en Jesucristo Nuestro Señor, a quien sea gloria y honor por los siglos de los siglos. Amén”. El segundo documento es de San Juan Damasceno, Doctor de la Iglesia. Es un sermón por él predicado en la Basílica de la Asunción en Jerusalén, por el año 754, ante varios Obispos y muchos Sacerdotes y fieles: “Ahí tenéis con qué palabras nos habla este glorioso sepulcro. Que tales cosas hayan sucedido así, lo sabemos por la “Historia Eutiquiana”, que en su Libro II, capítulo 40, escribe: `Dijimos anteriormente cómo Santa Pulqueria edificó muchas Iglesias en la ciudad de Constantinopla. Una de éstas fue la de las Blanquernas, en los primeros años del Imperio de Marciano. Habiendo, pues, construído el venerable templo en honor de la benditísima y siempre Virgen María, Madre de Dios ... buscaban diligentemente los Emperadores llevar allí el sagrado cuerpo de la que había llevado en su seno al Todopoderoso, y llamando a Juvenal, Arzobispo de Constantinopla, le pidieron las sagradas reliquias'. “Juvenal contestó en estos términos: `Aunque nada nos dicen las Sagradas Escrituras de lo que ocurrió en la muerte de la Madre de Dios, sin embargo nos consta por la antigua y verídica narración que los Apóstoles, esparcidos por el mundo por la salud de los pueblos, se reunieron milagrosamente en Jerusalén, para asistir a la muerte de la Santísima Virgen.' “La Historia Eutiquiana nos dice luego, que los Apóstoles, después de la sepultura de la Virgen, oyeron durante tres días los coros angélicos; después nada más. Ahora bien, como Santo Tomás llegó tarde, abrieron la tumba y debieron comprobar que no estaba allí el sagrado cuerpo. Repuestos de su estupor, no acertaron los Apóstoles a inferir otra cosa, sino que Aquél que le plugo nacer de María, conservándola en su inviolable virginidad, se complació también en preservar su cuerpo virginal de la corrupción y en admitirlo en el Cielo antes de la resurrección general' “Oído este relato, Marciano y Pulqueria pidieron a Juvenal que les enviase el ataúd y los lienzos de la gloriosa y santísima Madre de Dios, todo cuidadosamente sellado. Y, habiéndolos recibido, los depositaron en la dicha Iglesia de la Madre de Dios en las Blanquernas. Y es así como sucedió todo esto”. Nos dice el Padre Cardoso que esta “Historia Eutiquiana”, de la que tomó San Juan Damasceno el relato, se cree por los Padres Bolandistas, que data de San Eutiquio, contemporáneo y amigo de San Juvenal, el cual ocupó la sede de Jerusalén del año 418 al 458. El relato de San Juvenal es considerado como absolutamente histórico y nos dice que la Iglesia Católica lo ha incluido en el Breviario (Liturgia de las Horas). Por otra parte, no cabe la menor duda de que el ataúd y mortaja de María fueron, desde la segunda mitad del Siglo V, objeto de veneración para los fieles en la Basílica de los Blanquernos en Constantinopla


Fuente: Tesoros Devocionales