Las palabras siempre quedarán cortas, si de hablar de cosas grandes se trata.
La renuncia de Benedicto XVI, lejos de ser como todos han tratado de ver, un escandalo, es un acto tremendo de VALOR y HUMILDAD.
No son muchos los que tienen ese deseo de servir al Señor con toda su alma, aunque esto implique abandonar un cargo tan importante.
Y es que los ojos de los hombres siempre miran lo exterior, sin esforzarse por mirar dentro.
Hasta que el Hombre no se dé cuenta de lo que verdaderamente está pasando, no podrá comprender que Dios nos está llamando a un compromiso más SERIO, VALIENTE Y HUMILDE.
Este es un pequeño homenaje a quien supo guiar la Iglesia por caminos dificiles y ahora entrega el "timón".
¡Ven, Vive con nosotros y con ella esta fiesta!
