viernes, 24 de julio de 2009

Evangelio del XVII Domingo del Tiempo Ordinario


Evangelio: Jn 6,1-15

En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto las señales milagrosas que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos? Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”. En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil. Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos. Entonces la gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, decía: “Este es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo”. Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.


Meditación:La gente se entusiasmó al ver el milagro de Jesús. Pero el Señor, sabiendo que querían aclamarlo como rey por el prodigio realizado, se retiró. Nuestro mensaje como cristianos no se centra en los milagros o prodigios, como hacen algunos. Nuestra fe se resume en un Dios que se hace hombre por amor, un Dios pobre, un Dios que sufre por nosotros. El ejemplo de Jesús nos enseña a vivir con realismo y sencillez. Dios está con nosotros y se hace presente en nuestra vida por medio de las realidades más naturales. Él se vale generalmente de las situaciones más ordinarias para darnos su gracia y actúa por medio de las obras de sus criaturas. Vemos en el Evangelio que Jesús se vale de los apóstoles para dar de comer a la multitud y a la vez los apóstoles piden la colaboración de un muchacho. Así es la Iglesia católica. Tenemos una estructura por medio de la cual actúa Cristo y entre todos los cristianos ha de reinar la caridad. ¡Busquemos que por encima del individualismo, brille siempre la unidad!

Propósito:Abandonarme a la Providencia divina confiado en que Dios siempre hacer surgir el bien de cualquier circunstancia.
Diálogo con Cristo:Señor, tú me enseñas a amar en el momento presente y con obras concretas. Ayúdame a serte fiel en la vida ordinaria hasta en los más pequeños detalles y de modo constante.