lunes, 18 de mayo de 2009

Evangelio VI Domingo de Pascua

Evangelio: Jn 15,9-17 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena. Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”.

Meditación:El evangelista san Juan nos describe un momento especial en la vida de Jesús. El Maestro se encuentra en la Última Cena con sus apóstoles. Sabe que Judas le va a entregar y es consciente de la muerte que le espera. En ese instante supremo de su vida, nos habla del mandamiento del amor. En Cristo comprendemos lo que es el amor de Dios: es fiel, es total, es puro, es desinteresado, se compromete hasta el final, se da del todo gratuitamente, es un amor que perdona. De modo que los casados, los solteros, los sacerdotes, los consagrados, todos tenemos en Cristo el ejemplo de cómo se ama. Aprendamos a vivir la caridad en todos sus matices, en el servicio, en el hablar bien de los demás, en la capacidad de perdonar siempre y desde el primer instante a quienes nos ofenden, ofrezcamos comprensión, aprendamos a tratar bien a todos, demos con generosidad, etc. Dios nos ama y nos hace experimentar su amor y de este amor de Dios puede nacer también en nosotros el amor como respuesta. Alimentemos nuestro amor a Jesús y a los demás por medio de la Eucaristía. Permanezcamos muy cerca del Señor y reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto, bebamos de la fuente del verdadero amor.
Reflexión apostólica:Los Cristianos estamos llamados a no quedarnos mirando cómo van las cosas, sino a imprimir en las cosas una fuerza y a dar al cristianismo la expresión que le es propia: la militancia.
Propósito: Hacer una visita a Cristo Eucaristía y de ahí tomar la fuerza, el consuelo y el apoyo para vivir la caridad para con los demás.