sábado, 9 de mayo de 2009

Evangelio V Domingo de Pascua - Dia de la Madre


Evangelio: Jn 15,1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos”.


Petición:Jesús, enséñame a vivir como verdadero discípulo tuyo.

Meditación:La Sagrada Escritura es un libro abierto por el que podemos acercarnos realmente a Jesús. En los días anteriores, el Evangelio nos ha venido dando pistas para que conozcamos y amemos más al Señor. Nos dice que Él es el único que tiene palabras de vida eterna; que Él es el buen pastor que da su vida para salvar a sus ovejas; que Él es el camino, la verdad y la verdadera vida, nos recuerda que Él es el Pan bajado del cielo. También nos explica que Él es la luz del mundo y la verdadera paz del corazón humano… ¿Es Jesús todo eso para mí? ¿Es Él mi pastor, mi camino, mi verdad, mi paz, mi luz, mi vida? Meditemos ahora en la parábola de la vid. En ella se nos habla de una comunión íntima entre Jesús y aquellos que le siguen. Vemos cómo los sarmientos dependen en todo de la savia del tronco, si se desprenden de éste, caen al suelo y mueren. Así como el sarmiento tiene la vida cuando está unido a la vid, así nosotros, con Cristo lo tenemos todo y sin Él somos completamente estériles.

Propósito:Recurrir al sacramento de la Penitencia de modo frecuente para afianzar mi experiencia de la misericordia de Dios.
¡Feliz día Mamá!