viernes, 6 de febrero de 2009

Evangelio V Domingo del Tiempo Ordinario


Evangelio: Mc 1,29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.Al atardecer, cuando el solo se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era Él. De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, y salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.


Meditación:

¿Queremos saber cómo vivía Jesús durante su vida terrena? El evangelista nos transmite de modo fiel un día en la vida del Señor: primero asistió a la sinagoga; después, estando en la casa de Pedro, curó con gran caridad a la suegra; al atardecer, curó a los enfermos y poseídos del demonio; muy de mañana se levantó a orar, luego se fue a predicar a los pueblos. En resumen, Jesús se dedicaba a la oración, a la predicación y a la caridad. Y mi día, ¿es semejante al del Señor? ¿Me dedico a la oración, al apostolado y a la caridad? ¿Cuáles son las ocupaciones que llenan mi día? Por otra parte, san Marcos dice que “le llevaron a todos los enfermos”. En efecto, los enfermos necesitaban de alguien que les llevara ante Jesús. Así debemos obrar nosotros, hemos de presentar ante Jesús a todos aquellos que sabemos que padecen una enfermedad, ya sea física o espiritual. Hemos de ser intercesores de otros ante Dios, con nuestras oraciones y nuestros sacrificios. Estemos atentos para socorrer a los demás en sus necesidades, sean grandes o pequeñas.
Reflexión apostólica:Como Cristianos nuestro servicio específico a la Iglesia y al mundo, es el esfuerzo por lograr que el amor de Cristo sea una realidad cada vez más presente y operante entre los hombres.


Propósito:Haré un buen uso de mi tiempo dedicando una parte de él a la caridad para con los demás.